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Pulverización Hidráulica: Guía de Buenas Prácticas

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Pulverización Hidráulica: Guía de Buenas Prácticas
2024-10-23

¿Qué es la pulverización hidráulica?

 

Como decíamos en nuestro anterior artículo sobre la aplicación de productos fitosanitarios, «La mezcla se aplica mediante pulverización y, por tanto, se “rompe” en miles de pequeñas gotas.» La mezcla se pulveriza de forma que un volumen determinado de agua y producto fitosanitario pueda extenderse sobre una superficie biológica: tallos, hojas, flores y frutos. 

 

La forma más habitual de pulverizar es poner la mezcla, que se almacena en el depósito del pulverizador, a una presión superior a la atmosférica mediante una bomba. A continuación, esta mezcla se introduce en un orificio, la boquilla, donde de repente se somete de nuevo a la presión atmosférica, lo que hace que se rompa en miles de gotitas diminutas. Este proceso se denomina pulverización hidráulica.

 

A menudo se añade una corriente de aire, producida por un ventilador, para facilitar la entrada de las gotas en plantas más grandes, como árboles frutales o vides. De este modo, ya no tenemos una simple pulverización hidráulica con chorro proyectado, sino una pulverización hidráulica con chorro transportado.

 

El tamaño de la boquilla es crucial para una pulverización eficaz:

 

La boquilla es muy importante en este caso, ya que influye enormemente en el tamaño de las gotas producidas. Una gota de pulverización suele medir entre 80 y 400 micras, es decir, millonésimas de metro o milésimas de milímetro.

Como es muy difícil conocer el diámetro de cada gota individual, optamos por conocer todos los diámetros de todas las gotas que salen de una boquilla en un momento dado. Para ello, utilizamos el número VMD, Volumen Diametral Medio.

 

Este VMD depende del diámetro de la tobera y también de la presión con la que estemos trabajando. Las boquillas más pequeñas tienen un VMD menor, lo que también ocurre cuando aumentamos la presión. Las gotas más finas permiten que la misma cantidad de pulverización cubra una mayor superficie de cultivo. Esto permite utilizar un volumen de pulverización menor, lo que aumenta la eficacia de la pulverización y reduce el impacto medioambiental de la escorrentía, ya que lo que se aplica realmente permanece en la planta. 

 

Sin embargo, las gotas más finas son más propensas a la deriva y la evaporación. Por un lado, es más probable que sean arrastradas por el viento hacia objetivos no deseados, como la vegetación espontánea o el propio cultivo (en el caso de los herbicidas). Por otro lado, es posible que no alcancen su objetivo a temperaturas muy altas y humedades relativas muy bajas, porque se evaporan con mucha más facilidad. Por eso, desde Ascenza recomendamos a los agricultores que elijan el tipo de boquilla y la presión más adecuada para cada tipo de aplicación. 

 

Cómo adaptar el tipo de boquilla:

 

Herbicidas

En el caso de los herbicidas, debemos utilizar gotas más gruesas, que vayan más directamente al objetivo, utilizando, por ejemplo, boquillas de hendidura y eligiendo presiones más bajas -el uso de este tipo de boquillas está recomendado por sus fabricantes entre 3 y 5 bar-.

 

Insecticidas y fungicidas

A la hora de aplicar insecticidas y fungicidas en la parte aérea de los cultivos, debemos utilizar, por ejemplo, boquillas de turbulencia cónica, con gotas más finas que entran más fácilmente entre las hojas y las ramas. La presión recomendada suele estar entre 5 y 15 bares.

 

Hay que tener cuidado con el mantenimiento de las boquillas:

 

  1. La válvula antigoteo debe instalarse a la altura de cada porta boquillas. Esto asegura que cuando la presión no es suficiente para pulverizar, la mezcla no se escape y no gotee sobre el suelo, causando contaminación ambiental y residuos.

     

  2. Las boquillas deben sustituirse siempre que dejen de suministrar lo indicado en las tablas. Tarde o temprano, el desgaste hará que suministren más de lo debido y produzcan gotas más gruesas de lo que esperamos. Los filtros individuales a nivel de porta boquillas actúan como un segundo nivel de filtración, reduciendo la obstrucción de las boquillas y el desgaste por partículas duras, asegurando que entreguen el valor esperado para la presión a la que trabajan durante más tiempo.