Practicar una agricultura más sostenible, que contribuya a evitar el cambio climático y minimice sus impactos en el medio ambiente, necesitará la combinación integrada de múltiples y diversas herramientas.
La industria de la protección de cultivos se enfrenta al reto de desarrollar nuevas soluciones acordes con este escenario y la adopción de las nuevas tecnologías se perfila como un pilar fundamental para optimizar el uso de los productos fitosanitarios y reducir su impacto sobre el medio ambiente.
Con motivo de la celebración del 17 Simposio de Sanidad Vegetal entre los días 13 y 15 de marzo en Sevilla, la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) presentó varios proyectos innovadores relacionados con la reducción del riesgo desarrollados en España.
Cuando se pretende impulsar la innovación, la colaboración con otros sectores se convierte en un factor clave. Así, la colaboración entre la asociación de fabricantes de productos fitosanitarios y la industria de maquinaria agrícola ha permitido el desarrollo de tecnologías tales como los Sistemas de Transferencia Cerrada (CTS). Estos dispositivos ya están disponibles en el mercado y permiten evitar las salpicaduras cuando los productos líquidos son incorporados a los equipos de aplicación, evitando la contaminación del operario y del medio ambiente. Gracias a dicha colaboración se pretende que en 2030 todos los agricultores tengan acceso a los sistemas CTS.
Otro ejemplo de colaboración entre ambas industrias es el desarrollo de la agricultura de precisión, donde la combinación de tecnologías basadas en la teledetección (con sensores terrestres o aéreos) y los sistemas de información geográfica (GIS) pueden ofrecer gran cantidad de datos que, una vez procesados con herramientas de inteligencia artificial (AI), se transforman en recomendaciones que ayuden a la toma de decisiones. Sin embargo, la inteligencia artificial es una herramienta que permite a la agricultura inteligente ir más allá y alcanzar objetivos que están fuera del alcance de las capacidades humanas. La utilización de herramientas de aprendizaje automático (Machine Learning) ya permiten a los equipos aprender de manera autónoma y realizar acciones o tomar decisiones propias sin necesidad de ser programadas.
Si añadimos la robótica, estas acciones pueden ejecutarse de forma autómata, sin la intervención del agricultor. La robótica ya permite que equipos de aplicación terrestres sean autónomos y capaces de reducir la aplicación de productos fitosanitarios mediante aplicaciones selectivas, distinguiendo zonas de cultivo que no lo necesitan de las que sí lo necesitan o variar la dosis de aplicación en una misma parcela en función del desarrollo del cultivo. Al mismo tiempo, la utilización de robots aéreos, los denominados Drones, ha despertado un gran interés al permitir aplicaciones en condiciones complicadas para los equipos terrestres y, además, pueden realizar aplicaciones selectivas o localizadas con volúmenes muy reducidos y escasa deriva.
La mayor parte de estas tecnologías ya están disponibles. El siguiente reto será incluirlas como métodos de mitigación del riesgo en el proceso de autorización y renovación de sustancias activas y productos fitosanitarios. Gracias a ellas se podrá incrementar el número de soluciones en el mercado que garanticen los más altos estándares de seguridad humana y ambiental.